Vivimos la Era de los datos.

Desde hace unos años empezamos a ser conscientes de la cantidad de datos que nos rodean y que generamos en nuestro día a día. La palabra Big Data se ha hecho hueco en la sociedad, ya no es algo que sólo concierne a las personas que trabajan con ello, como ingenieros o data scientist. Tengamos un perfil técnico o no, todos somos conscientes de este fenómeno por el que se procesan grandes cantidades de información de distinto origen y a alta velocidad. Y aunque no sepamos la magnitud y de qué forma en concreto nos influye en nuestro día a día, sabemos que es una realidad que está afectando a nuestra calidad de vida y al modo en que la vivimos.

Los datos están detrás de nuestra vida diaria, y más cuando utilizamos nuestros móviles, ordenadores o tablets para buscar información antes de tomar una decisión. Recogiendo todos nuestros movimientos cuando navegamos por internet, las empresas son capaces de crear un perfil de nosotros, con el que saber qué cosas nos gustan o qué “necesitamos”. Y nosotros, nos beneficiamos del tratamiento de estos datos a gran escala: podemos llegar a un destino callejeando y evitando un atasco con nuestro gps o elegir el sitio en el que vamos a comer en función el precio, calidad o si habrá mucha gente. Los anuncios que aparecen en Google están relacionados con búsquedas que hemos realizado en el pasado y con datos recogidos y analizados de perfiles como el nuestro o similares, que dicen que si alguien está buscando sobre, por ejemplo, “biberones” también le gustará saber sobre “leche en polvo”.

Cuando nos paramos a pensar sobre este tema, la pregunta que nos hacemos todos es si esto nos beneficia o si por el contrario nos pone en el centro de un “gran hermano” en el que las estrategias de marketing son las que lo manejan. Nos preguntamos si toda la información que está siendo recogida y almacenada es demasiada y puede tener algún efecto negativo.

Pero los datos, por sí solos, poco hacen. Necesitan de alguien que los procese para darles un sentido, alguien que los interprete y que los convierta en acción. Y al final, las personas que están detrás de los datos, son las que deciden qué uso van a dar a esta herramienta, cómo van a utilizar los resultados obtenidos y qué objetivo tienen con ellos.

En este contexto de la era de los datos, en cualquier conversación en la que estemos inmersos en el ámbito profesional no faltan las palabras “big data”, “business inteligence”, “inteligencia artificial” o “machine learning”; términos relacionados con la gestión de esa gran cantidad de datos y su uso. Y en el ámbito de recursos humanos esto no es diferente.

En las empresas nos encontramos con una cantidad ingente de información, producto de la digitalización de los datos y la posibilidad de almacenamiento de los mismos en determinados entornos. La estructuración de los datos y el acceso a los mismos nos abre un sinfín de posibilidades, nuevas formas de explotar fuentes de datos y análisis que aplicar.

Cada vez queremos ser más objetivos en las decisiones que tomamos y tener datos que apoyen la necesidad de los nuevos proyectos que queremos llevar a cabo. Queremos encontrar candidatos con los que tengamos un buen “match” y tener un feedback objetivo por su parte. Un feedback en el que nos digan que están motivados, comprometidos y que cumplimos sus expectativas, y si no es así, queremos tener la posibilidad de cambiarlo. Datos, datos y más datos que poder relacionar con un determinado rendimiento en el puesto de trabajo o con los que poder predecir si un colaborador se quedaría si viene al competencia a ofrecerle algo mejor. Datos para medir niveles de felicidad y para conocer cómo están gestionando nuestros líderes a sus equipos, y, si de alguna manera, una cosa está relacionada con la otra.

La comprensión de tal cantidad de información supera nuestra capacidad, y por esto necesitamos técnicas de analítica avanzada que nos ayuden a modelar los datos, agregándolos y comparándolos con el objetivo de entenderlos. Permitiéndonos llegar más allá de lo que la mente humana puede procesar.

Está claro que nos enfrentamos a desafíos y a un conocimiento y manejo de nuestra realidad a la que no habíamos tenido acceso hasta ahora. Sólo tenemos que hacer un buen uso del conocimiento al que podemos acceder, procesando la información que podemos extraer de los análisis, entendiendo los resultados y tomando las decisiones que más cuidan a nuestro bien más preciado, las personas. De mano de herramientas como Big Data o Business Intelligence podemos hacer más eficientes los procesos y destinar un mayor tiempo a velar por la calidad de la experiencia que los empleados están teniendo en nuestra organización.

Desde nuestro área nos valemos de los datos para esto mismo, para velar por que la experiencia en los momentos más vitales sea de calidad, anticipándonos a necesidades que puedan surgir, para la buena integración de los nuevos miembros de la empresa, para hacer más efectiva la búsqueda de talento, motivar a los colaboradores y retener a todos los profesionales que hacen Correos.

Trabajamos con distintos indicadores y cuadros de mando relacionados con la atracción del talento, los procesos de selección, modelos de competencias, gestión del talento y rotación. Buscamos posibles relaciones en los distintos procesos, y el efecto que pueden tener grandes o pequeños cambios en la satisfacción, la motivación y el rendimiento de nuestros colaboradores. Y aunque todavía nos queda mucho camino por recorrer y llegar al análisis predictivo, el manejo de datos al nivel al que lo estamos realizando actualmente nos permite tomar decisiones de una forma más objetiva y soportada, así como aumentar la eficiencia de los procesos. Como dice el estadístico W. Edwards Deming: “Without data you are just another person with an opinion” (“Sin datos no eres más que otra persona con una opinión”).

Lo más importante cuando nos encontramos en este mar de datos es no perder el rumbo, saber hacia a dónde queremos llegar, tener claro el objetivo por el que realizamos todos estos análisis y nos sumergimos en bases de datos inmensas intentando estructurarlas. Y sí, merece la pena la inversión de tiempo y esfuerzo dedicado a ese tratamiento de la información, sobre todo cuando los resultados te muestran qué mueve a las personas y te ayudan a decidir el camino sobre el que trabajar, desarrollando el talento y mejorando la satisfacción y experiencia en los momentos más importantes del ciclo de vida del empleado.

Es por eso que, si tienes un perfil orientado a los datos que cree que puede tener match con nosotros, te animo a que decidas si entre las oportunidades que ofrecemos actualmente hay alguna que encaja contigo. Estamos deseando poder ofrecerte la mejor experiencia.